Un síntoma: el Muñeco festejó más el tercer tanto de Rodrigo Aliendro que los dos primeros. Sí, deseaba una goleada el entrenador de 49 años. La última vez que River había anotado tres goles fue el 8 de diciembre de 2024 (4-0 a Rosario Central).
Lo que en partidos anteriores había sido un claro déficit marcado en reiteradas oportunidades por Marcelo Gallardo, en la tarde de La Plata fue la principal virtud: River, que por momentos tuvo destellos de buen juego y en otros sufrió, cimentó su goleada a Gimnasia gracias a la gran efectividad que tuvo de cara al arco rival. Esta vez, contrariamente a lo sucedido contra el Barcelona de Ecuador o Talleres, le alcanzaron menos situaciones y una genialidad de Franco Mastantuono para meter tres goles por primera vez en el año, clasificarse a octavos del Apertura y encarar la seguidilla Independiente del Valle en la altura-Boca con el ánimo renovado.
Un buen paso más en la escalera, en definitiva, para seguir buscando el techo futbolístico: con un Enzo Pérez amo y señor del medio y sin que sus laderos Castaño (varias pérdidas de pelota) y Simón (incómodo por izquierda y poco trascendente en la ofensiva) tuvieran actuaciones tan sólidas, Gallardo sumó tranquilidad y se dio el lujo de terminar un encuentro aplaudiendo y con una sonrisa de oreja a oreja. Porque cuando su equipo tuvo espacios -algo que no se le suele presentar, esta vez motorizado por la necesidad de Gimnasia-, mostró argumentos para encontrar ese juego que tanto pretende.

Y si bien por momentos sufrió (el Lobo pegó dos tiros en el travesaño y tuvo un buen inicio de segundo tiempo con los ingresos de De Blasis y Merlini) y le costó asociarse cuando Mastantuono y Colidio quedaban demasiado pegados a las bandas (ahí, punto a tener en cuenta por el DT en este 4-3-3: ambos rinden mejor cerrados), logró combinar toques con gol: esta vez, entraron tres de sus cinco tiros al arco. En ese sentido, el zurdo de 17 años fue nuevamente el más incisivo del ataque y volvió a demostrar todo su talento con un golazo a pura gambeta que más de un scout europeo verá en loop: además de lo estético que fue, representó un golpe de KO para Gimnasia, que a partir de ahí se derrumbó.
Con un Montiel que tuvo su habitual despliegue y un Martínez Quarta que no fue amonestado y podrá estar el domingo que viene en el superclásico (era el único con cuatro), el hecho de que Driussi haya roto su sequía es otra de las grandes noticias con las que se fue River de La Plata (preocupa Borja, con una molestia en la inserción del aductor con el pubis derecho). La confianza que ganó puede ser determinante en este esquema en el que queda como único centrodelantero y tiene una función muy importante para la elaboración.
Gimnasia de La Plata: Nelson Insfrán; Juan de Dios Pintado, Leonardo Morales, Renzo Giampaoli, Pedro Silva Torrejón; Lucas Castro, Facundo Di Biasi, Martín Fernández, Alejandro Piedrahíta; Rodrigo Castillo, Jan Hurtado
River Plate: Franco Armani; Gonzalo Montiel, Germán Pezzella, Leandro González Pírez, Marcos Acuña; Giuliano Galoppo, Enzo Pérez, Kevin Castaño; Franco Mastantuono; Facundo Colidio y Sebastian Driussi

Confianza también se lleva este River, que la necesitaba justo antes de encarar la última parte de este cargado semestre que terminará con el Mundial de Clubes. Porque es tan cierto que titubeó cuando fue presionado por los volantes y una aventurada última línea de Gimnasia (Morales y Giampaoli salieron bastantes veces lejos a tomar a Colidio y Driussi) como que se sobrepuso a eso, encontró circuitos de juego, festejó por triplicado y hasta anotó tras una jugada colectiva que iniciaron los centrales.
Llegaron los goles a River y la calma. Libertadores y Boca Juniors es lo que asoma ahora en el horizonte.