Todos, absolutamente todos los que estuvieron en el Emirates Stadium, se agarraron la cabeza tras los tiros libres históricos del inglés Declan Rice. Esos dos golazos al ángulo izquierdo de Thibaut Courtois, uno ejecutado desde el centro y el otro recostado sobre la izquierda, empezaron a abrir el duelo que Arsenal le ganó 3-0 a Real Madrid por la ida de los cuartos de final de la Champions League.
Rice, un mediocampista de 26 años surgido en West Ham y por el que los Gunners pagaron 122 millones de euros a mediados de 2023, lleva 338 partidos en toda su carrera y hasta este martes de gloria nunca había metido un gol de tiro libre. Y más: el Arsenal no metía un gol de tiro libre desde septiembre de 2021. Queda claro, el fútbol a veces se burla de la estadísticas.
El español Mikel Merino fue el encargado de cerrar la goleada en Londres. Y el resultado no fue más amplio por las atajadas de Courtois. Ahora, Carlo Ancelotti deberá apostar a la mística que tantas veces salvó al conjunto merengue. ¿Aparecerá la hazaña el próximo miércoles en el Bernabéu o la ventaja es irremontable?
Pero en el fútbol nadie tiene la verdad: todos los ideas ganan y pierden. Arrancó mejor el local, pero con el correr de los minutos el Real Madrid empezó a ser el Real Madrid. Los desbordes de Saka fueron lo más peligroso de Arsenal. Igual, la más clara de la etapa inicial fue un mano a mano que el arquero Raya le ganó a Mbappé tras un pase de crack de Bellingham.
Recién en el minuto final Arsenal pudo generar peligro e hizo revolcar a Courtois, que se despachó con una doble atajada ante un cabezazo de Merino y un disparo potente de Martinelli.
En el complemento, Arsenal borró a Real Madrid y lo pasó por arriba. Es verdad que todo se aclaró con ese gol antológico del volante Rice de tiro libre. La curva que hizo la pelota para abrirse de la barrera y cerrarse hasta peinar el poste hizo recordar a los tiros libres de Messi contra Liverpool y de Roberto Carlos contra Francia.
Unos minutos después, y para demostrar que el primero no fue casualidad, Rice la volvió a colgar del ángulo con un remate tan potente como colocado. Dos golazos que recorrerán el mundo, dos cachetazos que fueron letales.
Entre un tiro libre y otro pasaron apenas 12 minutos. Se dijo: todos se agarraban la cabeza como diciendo “no es posible”. Y en ese trance, Merino la ajustó contra el palo para el 3-0 definitivo. ¿Habrá espacio para la heorica en el Bernabéu?