Pasó de todo en un clásico caliente en Avellaneda. Pelea entre jugadores de Boca, un penal que no le cobraron a Sebastián Villa sobre el final y muchas situaciones de gol, pero el partido acabó en cero tras los 90′.
Los clásicos en el fútbol argentino son así, de alto voltaje, por eso no sorprende que el que se disputó en el Cilindro de Avellaneda entre Racing Club y Boca Juniors tuviese de todo. Un sinfín de situaciones de peligro, atajadas memorables, entredichos entre los jugadores ‘xeneizes’ (con trompadas incluidas entre Carlos Zambrano y Darío Benedetto) en el vestuario y un final más que polémico, con un penal que increíblemente el árbitro Rapallini -aún habiendo repasado la jugada en la pantalla del VAR- decidió no sancionar. Claro, el esfuerzo fue conmovedor, pero a Boca no le alcanza porque se distancia a 9 unidades del líder.
Como hace una semana (en el Independiente vs. River), Rapallini tuvo la oportunidad de ver en el VAR una acción compleja. Como hace una semana, su asistente de video lo llamó para avisarle. Como hace una semana, Rapallini entendió todo lo contrario al resto: que a Jonatan Gómez le quedó la pelota enredada entre su cuerpo y el brazo izquierdo, hizo un movimiento para retenerla y que la bola no llegara a Villa. Eso es lo que en reglamento se define como el viejo concepto de «mano deliberada».
La ‘Academia’ lo jugó como una final. Entendió que sólo la victoria le servía para seguir arriba y el equipo de Ibarra no parecía un equipo con aspiraciones de título y lo jugó a la contra. Pero ese planteo defensivo no le dio garantías atrás. Racing le llegó permanentemente con centros, con desbordes, con conexiones por la derecha, con remates de afuera. Pero lo perdonó la Academia. No supo definir. Y encima, apareció el arquero Agustín Rossi.